El mito del Flat Tax

El 1 de enero de 2001 Rusia introdujo el llamado “Flat Tax”. Durante los años siguientes tanto la recaudación tributaria como el PIB crecieron fuertemente. A partir de ello, hay quienes creen ver una causalidad entre estos hechos y concluyen que la receta para aumentar el crecimiento económico en Chile es adoptar un Flat Tax.

Sin embargo, antes de poder sacar conclusiones y recetas es importante considerar dos aspectos del Flat Tax.

El primero, tiene que ver con examinar el caso de Rusia con cuidado. Por un lado, el sistema tributario ruso era bastante malo en los 90, la administración del sistema y su fiscalización eran muy débiles (ni siquiera tenía un número identificador, como el RUT, para cada contribuyente), junto a tasas de impuestos altas. El resultado de esta combinación era, tal como se esperaría, una mezcla de corrupción, evasión y con los contribuyentes más grandes negociando directamente cuánto pagar en impuestos independiente de sus obligaciones legales. Incluso, era posible reducir las obligaciones tributarias a cambio de entregarle bienes o servicios al gobierno. El mejor ejemplo es el ocurrido en la provincia de Samara, donde una empresa pagó sus impuestos regionales con 10 toneladas de químicos tóxicos. Por otro lado, los datos muestran que el crecimiento económico comenzó antes de la reforma tributaria, y de hecho, el PIB creció el doble de rápido antes de la reforma.

La segunda consideración se refiere a entender qué es un Flat Tax, ya que existe la idea equivocada de que consiste sólo en igualar las tasas de IVA, el impuesto a los ingresos de las personas (global complementario) y el impuesto a las utilidades de las empresas (primera categoría). Igualar las tasas no es lo mismo que un Flat Tax. La idea principal del Flat Tax consiste en transformar los impuestos al ingreso en un impuesto al consumo, lo que requiere considerar de otra forma el tratamiento de los ahorros. Como resultado, se requiere, entre otras cosas, eliminar la deducción de las donaciones, los intereses, dividendos y otros impuestos pagados, como el territorial, y dejar de reconocer la depreciación como gasto. Adicionalmente, se elimina la contabilidad de los inventarios y las empresas deben tener contabilidad tributaria en base caja.

La reforma en Rusia consistió fundamentalmente en aumentar la base de los impuestos, eliminando muchas exenciones, y en implementar cambios radicales en la administración y fiscalización tributaria. La evidencia existente hasta ahora es que fueron estos últimos cambios los que tuvieron mayor impacto en aumentar la recaudación.

Si bien no cabe duda que un Flat Tax simplifica la administración de los impuestos y baja los costos de cumplimiento para los contribuyentes, la pregunta es si vale la pena.

Por un lado, si no hay una ganancia grande en términos de crecimiento económico o aumento de los estándares de vida, no tiene sentido hacer una enorme reforma tributaria mayor que tiene riesgos grandes. Para Estados Unidos, las estimaciones muestran que un Flat Tax que simule un impuesto al consumo tiene efectos cercanos a cero en el crecimiento económico y con riesgo de ser negativos dependiendo de cómo se haga la transición desde el actual sistema.

Por otro lado, sabemos que con un Flat Tax pierden las personas de ingresos medios y ganan los de ingresos más altos. Uno de los efectos del Flat Tax es eliminar una de las dos herramientas redistributivas disponibles, la otra es el gasto social focalizado. ¿Qué tan grave es eso? Depende de las preferencias por redistribución que tenga nuestra sociedad. Si nos importa poco la mala distribución del ingreso, el costo es bajo; si nos importa mucho, puede ser bastante mayor.

Finalmente, es importante señalar que es posible obtener algunas de las ganancias que genera un Flat Tax simplemente reformando algunos aspectos del actual sistema. Uno de ellos es reducir el número de tramos del impuesto a la renta. El otro es eliminar muchas exenciones que no tienen sentido, como los tratamientos preferenciales de zonas francas y zonas extremas. Esto no es fácil, ya que requiere enfrentar grupos de presión que hoy tienen beneficios tributarios y no quieren perderlos.

En resumen, tal como dijo el destacado economista William Gale, un impuesto al consumo puede ser la mejor alternativa para una economía que parte de cero, pero puede ser muy malo como reforma de un sistema que funciona.

Claudio Agostini
Diario Financiero, 22.11.2007.

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